por Lawrence
G. Straus, Catedrático de prehistoria de la Universidad de Nuevo México.
Cantabria y
Santander necesitan un gran museo de prehistoria. Así concluía Lawrence Guy
Straus, catedrático de prehistoria de la Universidad de Nuevo México y
codirector de las excavaciones de la cueva del Mirón en Ramales de la Victoria,
la primera de las trece conferencias sobre prehistoria que por vigésimo segundo
año, organizadas por la Sociedad de Amigos de las Cuevas del Castillo, se
celebrarán en el Balneario de Puente Viesgo, todos los miércoles de julio,
agosto y septiembre de 2012 a las ocho de la tarde.
Ante un
centenar de personas, durante casi hora y media, bajo el título de "La
Cueva del Mirón en Ramales de la Victoria" el Catedrático Lawrence
G. Straus hizo un repaso de sus experiencias, anécdotas y resultados
científicos de los 16 años de excavaciones en la cueva del Mirón. (1996/2011).
La primera
vez que entró en la cueva, allá por el año 1974, sufrió un accidente al caer,
en el interior de la cueva, en una trinchera excavada seguramente por
buscadores furtivos, pero fue a partir de 1996 dentro del proyecto de
investigación en la cueva del Mirón junto con el Catedrático de Prehistoria de
la Universidad de Cantabria y Director del Instituto Internacional de
Investigaciones Prehistóricas de Cantabria Manuel Ramón GonzálezMorales, cuando
se inician las excavaciones en una cueva descubierta por el padre Lorenzo
Sierra y Hermilio Alcalde del Río a principios d el siglo XX, y en la que hasta
las primeras prospecciones realizados en 1996 se creía que la cueva además de
encontrarse completamente revuelta, no tenía un yacimiento de una entidad
relevante para la ciencia prehistórica, opinión de la que participaba el abate
Henri Breuil. Los primeros sondeos realizados en 1996 en una zona
minuciosamente seleccionada mostraron una secuencia de ocupaciones humanas muy
bien conservada en el vestíbulo de la cueva, que había estado en uso como
corral hasta ese momento. Los investigadores comprobaron que toda la parte
superior del depósito estaba integrada por restos de cabañas y acampadas que
iban desde los inicios de la Edad de Bronce hasta los momentos más antiguos del
Neolítico regional (entre 3.500 y 5.700 años atrás), encontrando restos de
hogares, piedras y cantos rodados con huellas de haber sido utilizado en la
cocción y preparación de alimentos, habiéndose hallado distintos tipos de
granos y otros vegetales cultivados de gran importancia para llegar a saber los
momentos de su introducción en la zona..
Señaló L. G.
Straus que en sucesivas campañas las excavaciones y sondeos han permitido
establecer que la cueva del Mirón tiene una de las secuencias estratigráficas
más completa de la cornisa cantábrica que va desde la Edad del Bronce hasta la
época musteriense de alrededor de 42.000 sin calibrar datados por el método de
carbono 14, pasando por restos de período solutrense y magdaleniense, siendo
este período en su fase inferior a la que corresponden los restos de ocupación
más potente indicando una mayor ocupación de la cueva durante ese período.
La cueva del
Mirón, forma parte del sistema cárstico del Monte Pando, donde se desarrollan
otras cuevas como La Cullalvera, La Luz, El Horno, La Haza, y Covalanas,
conocida por sus ciervas rojas punteadas y situada en cima de la cueva del
Mirón. Se encuentra actualmente a 260 metrossobre el nivel actual del mar a una
distancia de 27 km de la costa que en el período de máximo frío del solutrense
estaba unos seis kilómetros más alejada. Situada en una zona alta, en al
confluencia de los ríos Asón y Agüera y muy cercana en aquella época a las
nieves perpetuas por lo que era habitada estacionalmente en verano, siendo su
la caza de cabras su actividad cinegética principal constatado por la gran
abundancia de restos encontrados, habiéndose comprobado que durante el período
magdaleniense su ocupación fue más intensa.
Se han
encontrado multitud de restos líticos, diversos tipos de sílex siendo el de
mejor calidad el procedente de la costa de Vizcaya y agujas de hueso algunas
tan finas que permitirían coser con fibras vegetales. Destacó la aparición de
más de 80 conchas de moluscos marinos, bastantes de ellas perforadas para su
uso como adorno, bien formando parte de collares o cosidas a la ropa, y
procedentes muchas de ellas del Mediterráneo, lo que indica la comunicación,
intercambio y posible comercio.
Comentó L.
G. Straus que en las excavaciones del año 2004 se halló un omoplato o escápula
de ciervo macho en el que aparece grabada la cabeza de una cierva realizada con
la técnica del trazado múltiple (estriado), muy similar en cuanto al motivo y
la técnica a las aparecidas en las cuevas del Castillo de Puente Viesgo,
Altamira donde se encontraron tanto en soporte mueble (escápulas) como gravadas
en las paredes de las cuevas como también aparecen en la cueva de Llonín del
municipio asturiano de Peñamellera Alta limítrofe con Cantabria y lo que pone
de manifiesto que un mismo grupo o banda tribal ocupaba o se movía en el
período magdaleniense, dentro de los límites de lo que fue Cantabria al menos
hasta la época de las Asturias de Santillana, realizando un arte único que no
se encuentra en ningún otro lugar ni en Francia ni en Asturias ni en el País
Vasco. Llama la atención que el lugar de la cueva donde fue hallada esta pieza
al igual que las de similar factura descubiertas en las cuevas del Castillo y
Altamira, estaba en algo parecido a un basurero, como si hubiese sido tirada y
abandonaba.
Ahora bien
lo más relevante de la conferencia quizás estuviese en la extraordinaria
relevancia que atribuyó al hallazgo en la campaña de 2010, de un enterramiento
humano de época magdaleniense inferior datado en 19.000 años (sin calibrar)
según el método del carbono 14, único en la península ibérica en la época
magdaleniense. Se trata de un enterramiento secundario, es decir los huesos
estaban revueltos y no se encontraban en su primera ubicación, fueron
trasladados y enterrados donde ahora se han encontrado cuando estaban prácticamente
limpios, salvo algunos de ellos como los huesos menores del pie se han
encontrado en conexión anatómica, por lo que se entiende que debían estar aún
unidos por cartílagos o tendones.
Se trata de
un esqueleto incompleto de una mujer de unos 30 años, al que le falta el cráneo
y los huesos largos, húmeros, cubitos, radios y fémures, habiéndose conservado
una mandíbula, partes de una tibia con marcas de haber sido mordida por un
carnívoro, quizás un lobo, los huesos de los pies, de una escápula y de la
pelvis y todos ellos estaban completamente cubiertos por abundante polvo rojo
ocre y algo brillante que también ha impregnado y se aprecia con total claridad
en toda la capa de tierra que los cubría.
Para finalizar hizo una llamada
general a la sociedad cántabra para que haga lo necesario para que Santander y
Cantabria cuenten con un gran museo arqueológico donde no sólo puedan exhibirse
al público general y especializado las piezas y restos arqueológicos
procedentes de los yacimientos cántabros contribuyendo al prestigio y difusión
de Cantabria proponiendo una oferta del turismo cultural único, sino siendo
asimismo un lugar de estudio e investigación para arqueólogos y
prehistoriadotes de todo el mundo, insinuando o más bien proponiendo su
ubicación en un noble edificio histórico ahora desocupado en el centro de
Santander.